Centroamérica. Sequías y Covid-19 empeoran la crisis alimentaria
08-03-2021 | di COOPI

Centroamérica. Sequías y Covid-19 empeoran la crisis alimentaria

El Consorcio de Organizaciones Humanitarias de Centroamérica, del que forma parte COOPI - Cooperazione Internazionale, publicó en marzo un estudio titulado "Los rostros del hambre en Centroamérica" centrado en los índices de seguridad alimentaria y nutricional de los cuatro países del llamado Corredor Seco Centroamericano: Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Este estudio forma parte del proyecto financiado por ECHO "Optimización del impacto de la ayuda humanitaria en el Corredor Seco mejorando la generación y difusión de datos sobre seguridad alimentaria y nutricional (FSN)".

Lo que se desprende del estudio es que el 86% de los hogares en todo el Corredor Seco Centroamericano viven en inseguridad alimentaria, es decir, no tienen acceso a alimentos seguros y nutritivos en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades dietéticas y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y saludable. Las personas que padecen hambre son principalmente mujeres y comunidades indígenas. Guatemala y Nicaragua son las naciones en que los hogares se ven más afectados, con el 31% de los casos registrados, seguidos por Honduras, con el 25%, y El Salvador, con cerca del 12%. Por ello, el consorcio hace un llamamiento a los donantes internacionales y a los gobernantes locales para que la crisis en Centroamérica no pase desapercibida.

Las agudas sequías experimentadas en la región del Corredor Seco Centroamericano entre 2018 y 2019 han dañado los medios de subsistencia de las personas, sumándose a las dificultades causadas por las sequías de 2014 y 2015. En agosto de 2019, las sequías desencadenaron una inseguridad alimentaria moderada o grave para el 72% de los agricultores de subsistencia.

Las lluvias registradas durante 2020 en toda la zona mejoraron el estado de los suelos para los cultivos, pero este aspecto positivo se vio frenado por el impacto de la pandemia de Covid-19 y las restricciones - principalmente a la movilidad - que impidieron obtener los insumos agrícolas necesarios para la primera siembra del año (mayo-agosto). Las consecuencias se hicieron evidentes en junio de 2020, cuando la proporción de población con inseguridad alimentaria grave aumentó del 10 al 22%.

Los resultados de la investigación "Los rostros del hambre en Centroamérica" también indican que la etnia y el género condicionan el ejercicio de los derechos de las personas que viven en el Corredor Seco. Las mujeres indígenas son más propensas a pasar hambre porque son más vulnerables o tienen mayores cargas familiares, y cuando sus cultivos sufren daños su pobreza se hace más profunda que en otros hogares.

La crisis alimentaria de la última década ha provocado también un constante descontento social que se ha traducido, en los últimos años, en fenómenos sociales como las caravanas de inmigrantes y el aumento de la violencia y de los asesinatos (más de 8.000 registrados en 2020 en los cuatro países). El hambre cíclica podría evitarse con una acción gubernamental, pero la condición político-social no permite una acción preventiva y, de hecho, empeora aún más las condiciones de vida de los lugareños.

En 2021, en Guatemala, los niveles de pobreza extrema podrían aumentar del 19,8% al 22,7%, en Nicaragua del 18% al 22,8%, en Honduras del 18,7% al 22,8% y en El Salvador del 7,4% al 11,9%.

Por ello, el Consorcio de Organizaciones Humanitarias de Centroamérica del que forma parte COOPI - Cooperazione Internazionale pide a los donantes internacionales que:

  • Den prioridad al Corredor Seco Centroamericano en sus agendas de trabajo, teniendo en cuenta la disponibilidad de información existente sobre seguridad alimentaria y nutricional regulada por normas internacionalmente reconocidas;
  • Fortalezcan el liderazgo humanitario local, trabajando con los actores presentes en los municipios y comunidades que forman parte del Corredor Seco, para generar respuestas humanitarias precisas que ayuden a salvar vidas, en coordinación con las autoridades locales y nacionales, así como con las agencias del Sistema de Naciones Unidas;
  • Asignen fondos adicionales para el trabajo a medio y largo plazo en el Corredor Seco Centroamericano. Los efectos del cambio climático seguirán formando parte de la vida de las personas más vulnerables que viven en esta región, por lo que es necesario trabajar en procesos de resiliencia que permitan a las familias superar adecuadamente los impactos de los fenómenos naturales.

Por el contrario, las ONG piden a los gobiernos de la región que refuercen los sistemas de protección civil a todos los niveles, desde el central hasta el comunitario, para establecer mecanismos de coordinación que permitan abordar eficazmente los fenómenos que afectan a las personas más vulnerables.

 Los resultados de la investigación "Los rostros del hambre en Centroamérica" se basan en encuestas realizadas a 3.859 hogares de 75 municipios de los cuatro países. Casi ninguno de los encuestados tiene ingresos económicos regulares; sólo el 7,2% reciben remesas del extranjero.

El estudio "Los rostros del hambre en Centroamérica" está disponible en español en la sección "documentos" abajo. 

Crédito de las fotos: René Calderón